En momentos en que las fuerzas alternativas avanzan seduciendo el corazón de los colombianos y las fuerzas de la extrema derecha pierden el terreno que dominaban desde hace veinte años, nuevamente suenan las bombas.
Esta noche fue en Cali en un aleve ataque a un camión que transportaba agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía, dejando a una decena de ellos en grave estado.
El hecho fue rechazado de inmediato por los jóvenes de la Primera Línea quienes, cerca al sitio del atentado (Puerto Resistencia), reiteraron el carácter pacífico de sus acciones.
El uribismo, por su parte, ha tomado una bocanada de aliento y luego de un largo periodo de silencio, ante la baja favorabilidad en las encuestas de su líder y el nefasto gobierno que tiene, esta noche sus más delirantes voceros han salido a desempolvar sus anacrónicas posturas.
¿Quién puso la bomba? ¿A quién le sirven esas acciones?, son preguntas que la gente se hace. Lo cierto es que campañas electorales se han hecho en el pasado haciendo explotar bombas para exacerbar los odios y sembrar miedos entre la comunidad, y que así los políticos que viven de la muerte arremetan con sus discursos ofreciendo una supuesta seguridad.
Estoy seguro que el atentado en Cali responde a esa estrategia carroñera de hacer política con la muerte, política en la que son especialistas los que hoy están asustados con la pérdida del poder y el bajón en las encuestas.
Rechazo este acto criminal y exijo a las autoridades dar con los autores de este crimen. A los policías y sus familias, mi solidaridad.
Por: Raúl Ramírez /FotoPortada: Resumen LatinoAmericano