En medio de una creciente crisis interna y de una tensión palpable en el ambiente político, el presidente Gustavo Petro ha dado un paso decisivo para reafirmar su proyecto de cambio al poner en marcha la reestructuración de su gabinete. La medida, anunciada tras una sesión televisada en la que el mandatario denunció actitudes sectarias en el interior del Ejecutivo, marca un antes y un después en la administración actual, al evidenciar la intolerancia del presidente hacia cualquier forma de sectarismo que obstaculice el cumplimiento de su programa.
Durante el reciente consejo de ministros, transmitido en vivo para todo el país, Petro no dudó en reprender a sus funcionarios por lo que consideró una falta de unidad y compromiso con las políticas aprobadas por el pueblo. “No podemos permitir que el sectarismo se interponga en la ejecución de un programa que beneficia a toda la nación”, afirmó con tono firme. Con estas palabras, el presidente dejó claro que, en su visión, la lealtad política y la eficacia en la gestión deben primar sobre las alianzas partidarias y las disputas internas.
El anuncio de la renuncia protocolaria de todos los altos funcionarios del gabinete generó una inmediata ola de renuncias. Entre los primeros en abandonar sus cargos se encuentra la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, quien presentó su renuncia irrevocable y expresó su agradecimiento por la oportunidad de haber impulsado políticas a favor de millones de trabajadores. Asimismo, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, reconocida por su compromiso con la agenda ambiental, decidió dejar su cargo, manifestando que no podía seguir formando parte de un equipo marcado por divisiones y actitudes sectarias.
La controversia también se centra en el polémico nombramiento de Armando Benedetti como jefe de despacho presidencial. A pesar de ser un aliado histórico y pieza clave en la campaña electoral de 2022, Benedetti ha sido objeto de críticas por acusaciones de corrupción y denuncias de violencia de género. En la sesión, funcionarios como la vicepresidenta Francia Márquez y otros miembros del gabinete cuestionaron públicamente la presencia de Benedetti, lo que evidenció la magnitud de las fisuras internas. Sin embargo, Petro defendió con vehemencia la designación, argumentando que la lealtad y el compromiso con el programa de gobierno debían ser los criterios fundamentales para ocupar un cargo en su administración, sin importar la procedencia o la afiliación política de cada funcionario.
El mandatario dejó en claro que la medida de reestructuración responde a la necesidad de poner orden en un gabinete que, a su juicio, ha caído en el sectarismo y en la confrontación interna, factores que han impedido la adecuada ejecución de los compromisos asumidos en campaña. “El programa que el pueblo nos encomendó debe cumplirse sin importar quién lo ejecute; lo importante es que se avance en la transformación del país”, destacó Petro. Esta declaración subraya la determinación del presidente de priorizar el interés nacional sobre las disputas partidarias.
El proceso de reorganización se perfila como un intento no solo de limpiar el ambiente político, sino también de recuperar la confianza de la ciudadanía y de los sectores aliados que esperan resultados tangibles en un contexto electoral cada vez más exigente. Analistas políticos señalan que esta decisión podría tener importantes repercusiones de cara a las elecciones de 2026, ya que un gabinete cohesionado y enfocado en la ejecución del programa de gobierno podría ser un factor clave para consolidar el respaldo popular.
La renuncia masiva de funcionarios, que también incluyó al director del Departamento Administrativo de la Presidencia (DAPRE) y a otros altos cargos, refleja la magnitud de la crisis interna. Los recortes en la estructura del gabinete dejan en evidencia la urgencia de Petro por reformar su equipo, eliminando a aquellos funcionarios que, según él, han contribuido a crear un ambiente de sectarismo que pone en riesgo la estabilidad y la eficacia del Gobierno.
Además, la medida se produce en un momento crucial en el que el Ejecutivo enfrenta desafíos en diversas áreas, desde la crisis humanitaria en regiones afectadas por el conflicto armado hasta problemas estructurales en la implementación de reformas sociales y económicas. La reestructuración del gabinete se concibe, por tanto, como una estrategia para canalizar esfuerzos y recursos en la solución de problemas reales, dejando de lado las disputas internas que solo generan retrasos y desconfianza.
El presidente Petro ha reiterado que la transformación del país depende de la capacidad del Gobierno para trabajar de manera unificada y sin divisiones, apelando a la superación de las diferencias personales y políticas. “No importa si un funcionario es de la izquierda, de la derecha o de cualquier otra corriente; lo que importa es el compromiso con el cambio y con el pueblo colombiano”, subrayó el mandatario. Con esta perspectiva, se espera que los nuevos nombramientos sean elegidos por su capacidad técnica y su compromiso con el programa de transformación social y económica.