Estuve cubriendo la marcha que salió de Siloé hasta la Universidad del Valle. Miles de ciudadanos, pacíficamente, recorrieron el sur de Cali reclamando lo que vienen reclamando desde hace un mes: que Duque los escuche, que pare los asesinatos y que llegue a acuerdos para superar este paro nacional.
En el rostro de los manifestantes, como ha ocurrido en las varias marchas y eventos que he cubierto, solo vi rostros bellos, llenos de bondad, ningún llamado a acciones violentas, ninguna consigna para incitar a actos vandálicos.
En mi recorrido entrevisté a jóvenes, hombres y mujeres, profesores, artistas, estudiantes, muchachos de Primeras Líneas, madres, amas de casa, desempleados, una variedad de personas de todos los estratos sociales que, acompañados de música y danzas, llegaron a la calle quinta con carrera cien.
Allí, en una improvisada tarima, se escucharon las voces de los líderes y lideresas de la jornada que con voz entrecortada le hicieron un homenaje a los más de 60 asesinados que durante este primer mes del paro se cuentan en todo el país. También recordaron a las víctimas de violaciones, lesiones oculares, detenciones, a los desaparecidos.
La manifestación, en la cual participaron más de quince mil personas, fue una de las tantas que se registraron en Cali. La de Univalle terminó con un Canelazo Sinfónico, un concierto en donde una mezcolanza de músicos caleños interpretaron diversas canciones que alegraron el espíritu de los asistentes. Luego regresé a casa sin saber que a mis espaldas se desataba una anarquía de incendios y ataques a bala contra los que quedaron.
Quien no haya estado en esta marcha y en la concentración se quedará con las imágenes que luego me llegaron por las redes sociales, las mismas que serían la comidilla de los noticieros vespertinos: vándalos quemando vehículos y una horda de policías y civiles disparando contra los manifestantes en Univalle, y el asesinato de dos manifestantes en el sector del Hotel La Luna y el posterior y condenable crimen del homicida.
Lo que estamos viviendo es bárbaro. Demuestra nuestra desgracia como sociedad. ¿A quién le conviene llevar el país a estos niveles de violencia y anarquía? ¿Por qué se da hoy que miles y miles de personas marcharon pacíficamente en Cali? ¿Qué temen aquellos que instigan el vandalismo cuando ven el multitudinario apoyo popular que, pese a los bloqueos, aún tiene el paro?
Duele saber que hay una burda estrategia oficial por deslegitimar la protesta pacífica; de hecho el Concejo de Cali ya se sumó a ese plan y la gobernadora del Valle del Cauca, Clara Luz Roldan, ya pidió utilizar toda la fuerza militar. ¿Creerá la señora que esto se arregla a bala? ¡Bárbara!
Presidente Duque, en sus manos está que esto se siga degradando. El país requiere una mente sensata que frene la barbarie, que llegue a acuerdos con los jóvenes y los sectores en paro, que judicialice a los criminales y que le dé tranquilidad a los centenares de dolientes y víctimas de los crímenes de Estado.
No hacerlo es seguir destruyendo el tejido social, prestarse para nefastos experimentos fascistas, someter a la muerte a más ciudadanos, dejar ese helicóptero militar sobrevolando a Cali, y hundir más nuestra economía.
Por: Raúl Ramírez / Foto Portada: La Silla Vacía