Colombia necesita restablecer cuanto antes la fumigación aérea con el herbicida glifosato para reducir los cultivos de hoja de coca, la producción de cocaína, dejar sin financiación a los grupos armados ilegales y disminuir las masacres y los asesinatos de líderes sociales, dijo el ministro de Defensa.
Colombia, considerado como el primer productor mundial de cocaína, suspendió en 2015 la fumigación aérea con glifosato de los cultivos de hoja de coca, acogiendo una recomendación de la Organización Mundial de la Salud que considera el herbicida potencialmente cancerígeno y nocivo para el medio ambiente.
Esa decisión, que se adoptó en medio de una negociación de paz con la desmovilizada guerrilla de las FARC que incluyó un capítulo sobre drogas, provocó en 2017 un incremento de las plantaciones de hoja de coca a 171.000 hectáreas, el mayor nivel desde el año 2000, según mediciones de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC).
“Colombia necesita asperjar, reducir rápidamente los cultivos ilícitos porque de esa manera estaríamos acabando con la gasolina que termina convertida en recursos para los que cometen masacres y asesinan líderes sociales”, dijo en una reciente entrevista con Reuters el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo.
Colombia, que enfrenta una permanente presión de Estados Unidos para combatir el narcotráfico, terminó 2019 con 154.000 hectáreas de hoja de coca y una producción potencial de cocaína de 1.137 toneladas métricas, de acuerdo con la UNODC.
El ministro recordó que la fumigación fue exitosa y le permitió al país reducir a 48.000 hectáreas los plantíos de hoja de coca en 2013.
“No hay duda alguna. Colombia necesita restablecer la aspersión, la fumigación aérea con glifosato por razones de seguridad nacional y lógicamente hay que restablecerla con todas las seguridades en materia de salud y de medio ambiente”, afirmó Trujillo, un experimentado político de 69 años.
El Gobierno del presidente Iván Duque está cumpliendo los requisitos exigidos por la Corte Constitucional y espera una autorización ambiental para restablecer la fumigación aérea, pero el permiso se ha retrasado por acciones judiciales de comunidades que se oponen a ese mecanismo.
MÁS RÁPIDA Y SEGURA
Trujillo no se comprometió con una fecha específica para restablecer las fumigaciones desde aviones, pero recordó que es más eficiente y segura que la erradicación manual.
Con la fumigación aérea se pueden erradicar a diario entre 400 y 600 hectáreas de hoja de coca, mientras que en forma manual sólo se alcanzan a destruir hasta 170 hectáreas.
Los frecuentes ataques de las disidencias de las FARC que se apartaron del acuerdo de paz firmado en 2016, de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de otros grupos armados ilegales implicados en el narcotráfico que siembran minas terrestres o disparan con francotiradores a los erradicadores, obstaculizan la destrucción de los cocales.
En lo que va de este año, 16 efectivos de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional han muerto y alrededor de un centenar han resultado heridos en ataques durante actividades de erradicación manual, según cifras oficiales, un incremento en comparación con 2019.
El aumento de los cultivos ilícitos también ha coincidido con un alza de las masacres y los asesinatos de líderes sociales, muchos de los cuales promovían la sustitución de plantíos.
La organización no gubernamental de estudios para el desarrollo y la paz, Indepaz, ha contabilizado 259 asesinatos de líderes sociales en lo que va de este año.
Mientras, las estadísticas oficiales dan cuenta de 23 masacres con 111 víctimas entre enero y octubre, superando las 22 de todo el 2019 con 114 muertos.
Aunque no cuenta con la fumigación aérea, Colombia terminará 2020 con las cifras récords de 130.000 hectáreas de hoja de coca destruidas, un 30% por encima de 2019, y más de 456 toneladas de cocaína confiscadas, frente a las 428 toneladas del año pasado, aseguró el ministro.
Trujillo dijo que además de la fumigación aérea, el país mantendrá la erradicación manual y la sustitución voluntaria, como parte de una política integral que permita iniciar proyectos productivos, sostenibles y rentables en apartadas zonas selváticas y montañosas golpeadas por la violencia del conflicto interno de más de medio siglo que ha dejado 260.000 muertos.
“Es fundamental que lo hagamos (la fumigación aérea) porque necesitamos crear condiciones para que haya inversión, inversión grande, inversión de proyectos sostenibles y rentables para los campesinos colombianos”, concluyó.
Luis Jaime Acosta Reuters | FotoPortada: Channel Plus