En un pronunciamiento reciente, la Personería de Bogotá encendió las alarmas sobre la preocupante situación de los embalses en el departamento de Cundinamarca, advirtiendo que sus niveles se encuentran en estado crítico. La situación, que afecta tanto el abastecimiento de agua potable como la generación de energía, plantea serios retos para la sostenibilidad hídrica de la región y la capital del país.
De acuerdo con la información presentada por la entidad, varios de los principales embalses que surten de agua a Bogotá y otras localidades cercanas presentan una disminución significativa en sus niveles. Este fenómeno, atribuido en parte a las condiciones climáticas derivadas del fenómeno de El Niño, amenaza con desbordar las capacidades del sistema hídrico y energético de la región.
“La situación actual de los embalses es un llamado de atención para las autoridades y la ciudadanía en general. Es urgente tomar medidas inmediatas para mitigar los impactos de esta crisis y garantizar el acceso al agua potable”, expresó la personera distrital durante la rueda de prensa realizada el pasado lunes.
La disminución de los niveles de los embalses está asociada principalmente a la prolongada sequía y las altas temperaturas, fenómenos intensificados por el cambio climático. Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), las precipitaciones en la región han sido significativamente menores a las registradas en años anteriores, y las previsiones para los próximos meses no muestran señales de mejora.
A esto se suma un uso ineficiente de los recursos hídricos, tanto en sectores productivos como en el consumo doméstico. La falta de una cultura sólida de ahorro de agua, unida a la expansión urbana descontrolada, agrava la presión sobre las fuentes hídricas existentes.
Los efectos de esta crisis ya comienzan a sentirse. En algunas localidades de Cundinamarca se han registrado cortes en el suministro de agua potable, mientras que los agricultores reportan pérdidas significativas en cultivos debido a la falta de riego. Por otro lado, la generación de energía hidroeléctrica también enfrenta retos, lo que podría traducirse en incrementos en las tarifas de energía para los consumidores.
La Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) ha señalado que aunque la ciudad aún cuenta con reservas suficientes, es imperativo reforzar las campañas de ahorro de agua y adoptar estrategias de gestión más sostenibles. De no hacerlo, la capital podría enfrentar restricciones en el mediano plazo.
Frente a esta situación, la Personería de Bogotá ha instado al gobierno departamental y nacional a tomar acciones inmediatas. Entre las recomendaciones destacan:
- Refuerzo de campañas educativas para promover el uso racional del agua entre la ciudadanía.
- Monitoreo constante de los niveles de los embalses y elaboración de planes de contingencia.
- Inversiones en infraestructura hídrica, como sistemas de recolección de aguas lluvias y mejora en las redes de distribución.
- Incentivos para la adopción de tecnologías eficientes en el sector agrícola e industrial.
Además, organizaciones ambientalistas han propuesto medidas a largo plazo, como la reforestación de cuencas hidrográficas y la protección de ecosistemas estratégicos.
La crisis de los embalses en Cundinamarca no es solo un problema técnico, sino un desafío social, ambiental y económico que requiere una respuesta coordinada y efectiva. Las autoridades, las empresas y la ciudadanía tienen la responsabilidad compartida de actuar para evitar que esta situación se convierta en una emergencia mayor.
La Personería de Bogotá cerró su intervención destacando que “cada gota cuenta”. Por ello, llamó a todos los bogotanos a adoptar hábitos más responsables en el consumo de agua y a exigir políticas públicas que garanticen la sostenibilidad de este recurso vital.
Mientras tanto, la región se enfrenta a una prueba de resistencia que pondrá a prueba la capacidad de respuesta de sus instituciones y la conciencia ambiental de sus habitantes.